domingo, 7 de enero de 2018

Asumamos nuestras responsabilidades

Hoy, escuchando los medios, de nuevo un temporal de nieve, de nuevo la culpa a todos menos a nosotros mismos, de nuevo escurrimos nuestra responsabilidad.
No dudo de que hubo una mala gestión por parte de los responsables de la circulación por esas carreteras, pero no tiremos energías, quejándonos, a pesar de la situación tan agobiante, que por supuesto no me gustaría vivir.


El día anterior advirtieron de este fenómeno, se sabía que, como en otras ocasiones iba a nevar, incluso en puntos en donde no suele ser habitual.


Con toda la información de la que disponemos hoy en día, no tenemos bastante, nos creemos todopoderosos, como cuando atendemos el móvil conduciendo, como cuando rebasamos por mucho el límite de velocidad, no nos va a ocurrir nada, nuestros coches son potentes e inteligentes, tenemos toda la vida por delante y si tenemos problemas, estamos en el Siglo XXI, nada nos podrá ocurrir con nuestro Estado Protector.


No concibo que padres que viajan con niños pequeños no sean lo suficientemente previsores como para llevar agua, al menos y algo de comer, aunque egoistamente solo sea por no soportarles llorar. Algunos incluso se arriesgan a salir sin llenar el depósito de gasolina.



¿Por qué nos fiamos tanto de nuestros avances tecnológicos y de nuestra cobertura social como para no prever que puede ocurrirnos lo que a tanta gente le ocurre cuando nos visita un temporal de esta envergadura?


En España no estamos habituados a la nieve, pero va siendo hora de que seamos lo suficientemente adultos como para ser previsores y salir de viaje con los depósitos llenos, como cuando nuestros padres salían con su seiscientos, sabiendo que su viaje iba a durar muchas horas y se proveían de una buena tortilla, y una buena cantidad de bebida para cubrir sus necesidades básicas durante su viaje, porque lo emprendían con mucha ilusión y una de sus preocupaciones era esa, la de estar bien preparados y disfrutar de él.


Contamos con coches muy rápidos, con carreteras muy seguras y muy amplias, pero ocurren imprevistos que nadie quiere que ocurran, seamos adultos y no dejemos toda la responsabilidad a los demás.

Y, como en todas las malas experiencias, siempre subyace algo bueno, muy bueno, la solidaridad de la gente, que siempre aflora, porque al fin y al cabo, somos humanos y tenemos la sensibilidad suficiente para ponernos en la situación de los demás, que ahora hemos nombrado como empatía.

¡Bravo por la solidaridad de los vecinos que ayudaron!




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