Tarde, una tarde de invierno en la que el
sol se muestra tímido, un regalo de la naturaleza.
Coges rápidamente tu cámara porque sabes que a estas alturas del año su timidez es extrema, apenas asoma unas horas, como para tomar conciencia poco a poco de lo que va a encontrarse en los siguientes días.
Este sol, inseguro de sí mismo, va tomando confianza a medida que nuestro calendario va tirando sus hojas.
Día a día alarga su presencia, hasta alcanzar el verano en que se hace dueño y señor de nuestra vida.
Curiosa evolución la de nuestro sol, curiosa atracción la que ejerce para que no dejemos de retratarlo…